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Mostrando entradas de diciembre 10, 2023

A lo lejos

  Echo de menos lo que me hacías sentir, cuando el tiempo era leve y suave y no cabía entre los segundos de un reloj.  Aquella mirada que traía en sí misma un vaso de agua fresca. Las cosquillas entre las manos y esa sensación de que el presente era simplemente perfecto.  Echo de menos la comprensión del espacio entre las palabras, el canto del silencio, la melodía de la impaciencia por verte. La certeza, la ausencia de por qués, la llanura fluida de las explicaciones. Echo de menos la poesía de crear un nosotros , Lo liviano del agua... A lo lejos alguien canta, a lo lejos. Entre el tic-toc de un reloj, coloreando el horizonte, las líneas entre nosotros se ensanchan, los silencios se hacen el murmullo con el que se barajan las cartas, a lo lejos alguien canta. 

Y de vez en cuando

  Y de vez en cuando era ese objeto de amor  que se llenaba de flores y se secaban. El viento las limpiaba y regresaban al árbol seco. Aquel amor proyectado en el que sentía el latido de mi cuerpo y después se lijaba sin verse su contenido. Aquel momento en el que el sueño se disipaba hacia un futuro posible y me olvidaba de la gravedad compartida en el presente.  Aquella ilusión encapsulada en una semilla esperando las lluvias.

Eclipse

  Cuando el eclipse tapa el sol y la luz se opaca entre la mugre que no alcanzó a limpiar la última lluvia. Se escuchan unos pasos sin destino, sin ilusión. Donde la sonrisa se cayó en el agujero de un pantalón y la vida transcurre en la frialdad de un semáforo.  Miradas buscando aliento, aliento buscando vida. Vida buscando unos ojos que la miren, Se olvidó de su nombre, se olvidó de la brisa. Pasa el tiempo ávido de unos zapatos para caminar.

Espiral ascendente

  Cuando la mirada se estanca en un punto y el agua rebosa hacia la superficie. El baúl se abre con los objetos guardados y se sacude el polvo. La emoción cierra la garganta en la que sólo cabe un nudo. El mar respira su ola y se olvida de su fondo calmo . El aire se atrapa en un tornado interno donde no se respira más que una espiral ascendente.

El hilo verde

 Soltó de sus manos el hilo verde con el que remediaba la blusa. Hizo un pequeño nudo que le permitiese no desfilacharse entre su mochila. Observó los zapatos rojos con la media sonrisa con la que le gustaba dibujar en el asfalto . Detrás de la puerta el anterior mundo donde había crecido soplaba con fuerza. Cerró con cuidado y se puso los zapatos.

El tiempo

 Cuál es el paisaje de tus ojos, qué siente tu piel, cómo crece tu cabello mientras tu cabeza gira en todas las direcciones. Qué sientes por dentro, mientras te miro como si se parase el tiempo.

Plumas

 Estaba con el  impulso de fundirse con la nube que pronosticaba lluvia suave cuando una pluma se cayó. Se esfumó entre el humo blanco mientras la recogía. La acarició entre sus dedos , era el recuerdo  que le recordaba a ella.  Bajo su apariencia humana, un ave revoloteaba en su interior. El aire era su elemento, la gravedad la fuerza de la tierra a la que regresaba y después de un tiempo retornaba en su vuelo.

El tren

  No pudo darse la vuelta, sus ojos empezaron a parpadear con un ritmo ralentizado entre el chispado de agua. Su boca realizaba una mueca en la que se cerraban las palabras. Era el sabor predecible de saber que no habría un momento después donde compartir el sonido de las bicicletas. No pudo darse la vuelta, tenía que continuar entre las mochilas colgadas a los pies, entre el sonido de un tren que alejaba del presente cualquier tipo de predictibilidad posible.

El precipicio

Al filo del precipicio donde el aroma crea un remolino entre el dulce y el amargo. Miró hacia atrás entre las flores y ramas caídas. Las caras se difuminaron dejando en relieve sus miradas. Dio un paso hacia adelante, soltando el pasado en un eco seco. Dulzura enredada en lágrimas, abrazos entre las esquinas de calles sin destino. Saltó en el vacío, al otro lado un campo de flores.

La montaña

Los cordones desatados le hicieron mirar hacia abajo. Allí en la tierra del asfalto nada parecía más que un  suelo gris,  marcado por las huellas de los transeúntes.  Debajo del suelo donde la suciedad recuerda los pasos, crece la montaña.   De los zapatos crecen las raíces de los árboles, que se enraízan en  la montaña con un  perfil redondeado, y techo de cemento. Bajo los pies hay un mundo por descubrir.  Cuando la montaña duerme, se siente su respiración, ensanchando su pecho, nos impulsa a crecer.  En ese momento, podemos mirar hacia arriba; solo hace falta un buen martillo para derribar los muros que no dejan ver las nubes.

Petalos de flor

  Y eché a volar sobre el nido del pájaro azul y una canica amarilla en el bolsillo.  Buscaba el Norte y el viento me llevo hacia el Sur.   Descanse en las tinieblas donde me cobijé con un elefante blanco.  Y cuando sentí de nuevo el impulso emprendí de nuevo el vuelo, buscaba insistentemente un lugar, una flor.  Pero el viento de nuevo paró y me arrojo de golpe sobre un puñado de hojas secas.  Relajé sin fuerzas mis manos y  me di cuenta en ese momento ,que entre mis dedos sostenía una flor. Solo ya quedaba su recuerdo,  unos pétalos arrugados.