Entradas

Mostrando entradas de enero 7, 2024

El bosque

En aquel susurro del espacio sin tiempo, donde la vida y muerte crean la fertilidad de la tierra.  Tu abrazo se despliega, con las alas de todos los tonos de verde posibles; mi mirada no consigue encontrar un punto fijo que no sea inefable.   Me miras con tus  ojos de vida  mientras te camino escuchando tu voz.  En tu madriguera, donde me  anidas cubriéndome con tu manto, y lloras al invierno entre la alegría y tristeza.  En tu vientre me recojo, donde me nutres, mientras espero el siguiente vuelo.

Cuando me acerco a mi

  Me acerque tanto a ti que me quemé y de mis manos salieron  ampollas llenándose de agua estancada del río.  Me acerque tanto a ti que no pude continuar con mi mochila y los libros se cayeron al suelo mostrando los tallones entre capítulos y las hojas rotas. Me acerque tanto a ti que  las puertas de mi casa se quejaron de no tocarlas y en las ventanas dejó de correr ese aire fresco que llamaba en susurros libertad. En los rincones encontraba trazos de revistas  que intentaba pegar con pegamento y en las canciones palabras que tomé prestadas para crear con mis manos un grito sin voz Me acerque tanto a ti que busqué en el espejo la que miraba y sus ojos no eran los míos Ahora rompo a pedazos la telas que llevé cuando el agua se secaba en un vaso de agua y mi voz sonaba a otra voz  Y mi cuerpo caminaba curvado En ese intento de acercarme a ti  y a tus textos escritos en líneas rectas, me perdí a mi y no sabia quien era la que caminaba . Conocí más al lug...

El vuelo de las golondrinas

  Éramos dos, apoyados en el abismo de un tejado, entre el color de la tierra anaranjada y marrón que recordaba al atardecer en sus últimos momentos. Volábamos siempre juntos; haciéndonos paso entre las nubes pegajosas con algodón mojado.  Abríamos el horizonte , dejándonos guiar por la luz del viento.  Hasta que viste el mar y sin avisarme cambiaste el rumbo; te seguí con la mirada hasta que perdí lo que en el horizonte se veía como un punto negro.  Regresé a reposar en el nido que construimos en el tejado anaranjado. Esperarte sin horizonte arrugó mis alas.   Así que  me sacudí el polvo, y me lancé con impulso sobre las nubes azucaradas.  El aire sopló a favor, aprendí que estábamos hechos para volar.

Impredecible

 La hoja se curva dejando entrar unos hilos de luz hacia el interior de ella.  El eco del árbol caído absorbe las raíces de su crecimiento y en otros espacios empiezan a asomar otras formas de vida.  Lugares nunca observados a pesar de la luz del sol y los rayos oblicuos al amanecer. De la muerte nace la vida reciclando las partículas viejas.  Es en el interior  de la tierra ,donde sus formas se ordenan con su logos propio. Igual que en la  piel humana, debajo de su superficie un suspiro impredecible.

¿Quien soy?

 Rebusco entre mis bolsillos, buscando la respuesta mientras esmigeo el pan. La mano danzante entre las palabras, el vacio que antecede las letras. La imagen antes de la forma. El horizonte donde reposa el cielo. El suspiro entre las frases. Los ojos que miran al mar y el mar que encuentra los ojos. Soy el sueño del presente y el garabato del futuro Las raíces de la tierra y la energía antes de nacer El suspiro y lo suspirado La estrella que mira a la tierra y la tierra que mira a la estrella Soy el abrazo entre el corazón y la espalda La brisa escapándose de la forma . La eterna aprendiz La montaña que crea escalones El viaje haciéndose mientras ato mis zapatos Cada dibujo que me dibuja y los colores antes de su tinta El sueño que suena. Una bicicleta sin destino Todo lo que soy entre cada respiración.

Hojas secas

  Observando las hojas secas acaricio el tronco de un árbol.  Aquel que creció y regué durante meses, veo que durante hace tiempo dejó de dirigirse hacia el cielo. Y me pregunto si un árbol crece para siempre, si sus raíces pueden llegar tan profundo para siempre nutrirse de tierra. Abrazo el árbol como si quisiera aun disfrutar de su textura y de la calidez de su tronco encorvado. Pero las hojas siguen cayendo, despacio, a un ritmo pausado.  Intento mirar hacia su copa y siento como la luz opaca las seca. De repente un temblor; el ciclo de la vida removiendo la tierra, hace caer con desgana las ultimas hojas del árbol seco.

Escamas

  La piel inició a separarse como si se fuese cuarteando: en cada respiro dolían sus grietas  y la lluvia caía entre los surcos de los pliegues. Pensaba que sus parpados caerían por toda esa lluvia y que su corazón solo andaría entre los charcos.  A las grietas le sucedieron las escamas, en las que iniciaba a percibir una nueva superficie casi a punto de asomarse.  Se sacudió lo que quedaba de su anterior piel, un polvo blanco que dejó caer hacia la tierra.  La mañana siguiente amaneció con  una piel nueva con la que salió de la cueva para recibir sol.