Entradas

Mostrando entradas de enero 28, 2024

Suspiro del aire

  No volveré atrás donde el nido se cayó en el horizonte sin dejar ni rastro. En la madriguera que me cobija cuando esté lista saldré al mundo de la misma manera que me trajo, desnuda. Con la cara lavada de sal y las manos en mudra de paz. El corazón en destello, besando la herida desde la raíz a la flor. Soy la que era antes de nacer, una estrella en su vértice, un infinito en construcción. En mi regazo descansa el destino y en mis manos los colores para dibujarlo. Alzo la vista hacia ti, como si sonrieses desde ese suspiro del aire.

Un 5 de Diciembre

  El día me encontró con la cara vacía de expresión , los párpados caídos y una mueca mustia en la boca.  El aire levantó mis cabellos como si una nube los quisiera cepillar y susurró en mi oído: "tristeza".  Desalojé mi equipaje, dejé ir su peso en un profundo llanto a la tierra.  En esa tierra húmeda el viento me abrazó en todas las direcciones, hasta que me convenció que era ligera y que podía moverme como él. Eché una última mirada a mi equipaje. Su ausencia parecía un hueco por rellenar en mi cuerpo, siendo en realidad un precioso vacío por el que comenzó a cosquillear la brisa.  Seguí caminando.  En aquel camino donde la hierba pintaba de verde cada palabra, convirtiéndolo en un sendero de musgo.

El origen del todo

  Al principio era un trueno y del trueno nació el fuego.  Se creó el magma y del magma  los caminos, donde una vez secos iniciaron a enraizarse las primeras semillas.  De las primeras semillas creció el verde donde surgió la primera respiración .  Se llenó de aire la tierra, trayendo el movimiento; y con el ello las nubes que al deshilacharse llenaron de aguas las ranuras, naciendo los lagos y los mares y con ello la brisa y las tormentas .  En cada exhalación la tierra deja ir lo innecesario, en cada inhalación hincha sus pulmones.  La corteza de un árbol recoge en su dibujo los códigos de cómo se formó la vida. Es la tierra deslizándose entre los dedos que recuerda cómo nació nuestra piel y nuestro latido.  Es en ella que nos recostamos para reconectar con nuestro susurro . En ella nos fundimos con el arropo del tiempo.  De ella venimos, ella somos

La emoción

Era opaca, como luz de una turmalina reflejada en  la pupila del ojo.  En su interior las pestañas de un tigre alargándose más allá de las capas de la superficie.  En su lomo un tacto de terciopelo.  Su brújula interior girando en torno de una órbita nublada.  En su núcleo la energía derritiéndose ante un calor encapsulado. Más allá de sí, una llanura saltando hacia otro territorio.  En sí misma se expande  hacia los lados desdibujando su contorno.  Respira profundo, aguanta el aire, exhala. En la próxima respiración ya se perdió  su rastro, su olor cambio, abriendo la ventanas hacia el perfume de las naranjas.