La montaña
Los cordones desatados le hicieron mirar hacia abajo. Allí en la tierra del asfalto nada parecía más que un suelo gris, marcado por las huellas de los transeúntes.
Debajo del suelo donde la suciedad recuerda los pasos, crece la montaña.
De los zapatos crecen las raíces de los árboles, que se enraízan en la montaña con un perfil redondeado, y techo de cemento. Bajo los pies hay un mundo por descubrir.
Cuando la montaña duerme, se siente su respiración, ensanchando su pecho, nos impulsa a crecer.
En ese momento, podemos mirar hacia arriba; solo hace falta un buen martillo para derribar los muros que no dejan ver las nubes.
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