Entradas

Espero tu llamada

 Éramos dos, entre las ramas escondidos , en el soplido del viento. Cuando el mundo se cobijaba en un  aleteo suave del siguiente pétalo, antes de despegarse de la flor. Mientras se pintaban los infinitos en arcoíris. En la melodía del mirlo al atardecer, cuando el mundo duerme; te dibujo en mi pensamiento con la brisa fresca de una tarde de verano, y el agua con hielo en los pies. En el silencio invento tu nombre, tu  timbre de  voz, y dejo que lo susurre el viento, que se lo lleve a las nubes y me lo traiga en la siguiente lluvia, porque sé que se evaporará y yo podré seguiré soñando. Mientras te invento;  sin gravedad, con las formas suaves de una imaginación en colores, en cualquier espacio... donde el mundo no pesa. El corazón palpita, mientras espero tu llamada.

El árido desierto

 Cada noche, el cielo se llena de luces. En la oscuridad se abren las nubes, para recibir las lágrimas que se condensan en la próxima lluvia, dejando caer el alimento para una tierra sedienta. Las estrellas se estiran para agarrarnos de la mano. Mientras una voz se apaga como una canción en silencio.  Al día siguiente el cielo grita su azul, mientras un pájaro deslumbra en su negrura, saltando entre el cielo y tierra, pestañea su movimiento en un punto negro. Vuelan los pétalos de la margarita arrancada, llevando su aroma al árido desierto.

El maravilloso desconocido

 En esa extrañeza en la que el blanco se separa del negro, y en la que una mota de polvo danza sola La mano se olvida  que es cuerpo Barco a vapor en un mar de olas, con un timón que se balancea entre los lados El guion está por hacerse Las ventanas se ensanchan, expandiéndose la mirada hacia los lados Resuena una voz, con un timbre desconocido El eco de la música del mirlo, trae de vuelta que lo esencial es lo sencillo El pasado asalta en el momento más inesperado, mostrando  en sus manos  una ofrenda Baila corazón, con el maravilloso desconocido.

Paz

 En aquella primavera de tierras frías. El sol, era una estrella aún por calentar y el silencio un caramelo amargo.  Las manos se estiran, queriendo sentir levedad en el  espacio. El sonido del mirlo abre camino a un laberinto, por el que se asoma las estrellas.  En la escarcha , el mundo se agita , mientras el grillo canta. La luna pierde su sonrisa ante el humo negro. En aquellas noches, el mar se  robizna en la antigua canción del pescador, la barca se balancea entre las olas opacando los grandes peces. El agua abre paso a otro mar.  Las manos se miran encontrando en otras los mismos dedos. Las palabras se  languidecen, antes de recordar el grito. El cielo apaga con lluvia las bombas.  El las noches frías. las manos se agarran , los ojos alumbran a horizonte donde se destellan unos zapatos nuevos.  Paz